Más empresas y menos negocios

«Queremos compartir con vosotros que hemos tomado una de las decisiones más difíciles para nosotros. Hemos decidido poner fin a nuestro proyecto definitivamente.”

Así anunciaba Mama Framboise hace unos días en sus perfiles en redes sociales el cierre de todas sus pastelerías en Madrid, tras la obligada clausura de sus establecimientos desde que se decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo para frenar la expansión del coronavirus.

Vaya por delante mi más “sentido pésame” por este cierre al excelente chef y maestro pastelero Alejandro Montes, y el agradecimiento por esos casi 10 años de actividad en que nos ha endulzado la vida a todos los madrileños y sus visitantes, ya que Mamma Framboise era una de mis pastelerías-cafeterías preferidas de Madrid.

Me gustaría hacer una breve reflexión a raíz de dicha noticia que no pretende adoctrinar, y que quiero extender a todas aquellas noticias similares sobre cierre de negocios y empresas que estamos leyendo estos días en los medios de comunicación, en su mayoría carentes de análisis e interpretación cuando no sesgadas y malintencionadas.

Si bien, en el lenguaje cotidiano utilizamos indistintamente las palabras empresa y negocio para referirnos a la actividad económica e industrial, está claro que tanto semánticamente como económicamente existen grandes diferencias. Por ello he recurrido al diccionario de la RAE para ver cómo define los términos “empresa” y “negocio”. Así según la academia:

  • Empresa, en su 2 acepción, significa: Unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos.

  • Negocio, en su 3 acepción significa: Aquello que es objeto o materia de una ocupación lucrativa o de interés.

Volvamos sobre la noticia. Está claro que este parón económico ha afectado principalmente a autónomos y pymes, que a la postre constituyen el tejido empresarial de España y el motor de nuestra economía. Ahora bien, sería demasiado simplista adjudicarle todos los cierres y todas las desgracias al covid19 y estos 3 meses de parón, más cuando los primeros síntomas de asfixia económica, ya se hicieron notar desde el primer mes de confinamiento. Es cuanto menos preocupante, que una empresa no pueda subsistir sin un mes de ingresos.

En mi opinión, desde hace un tiempo algunos negocios y empresas españolas están demasiado apalancadas económicamente, habiendo una distorsión entre la actividad económica y la profesional, con el consiguiente peligro para la viabilidad de la empresa ante cualquier contratiempo.

Creo que es momento de reconsiderar esto, de manera que tras esa idea brillante que empuja a emprender un negocio, debe haber una reflexión estratégica. Abogo por la formación empresarial, es decir que detrás de cada idea haya un auténtico plan de negocio, se vea la viabilidad, tras el estudio de los costes fijos, costes variables, umbral de rentabilidad, etc. Incluso planteo que haya una clara diferenciación entre la gestión del negocio/actividad frente a la gestión empresarial profesionalizada.

Los españoles somos en general gente imaginativa, creativa y con grandes ideas, donde muchas veces ha triunfado más el corazón que la cabeza. Sirva como ejemplo leer algunas de las biografías de nuestros más ilustres empresarios, deportistas, intelectuales, etc. casi siempre por delante de las organizaciones.

Es decir, que debemos transformar los negocios en empresas, dotándolos de esa estructura organizativa, esa planificación económica, y todos los medios necesarios para fomentar la estabilidad y la durabilidad de los proyectos. Es decir, profesionalizar la gestión de los negocios para convertirlo en empresas.

De la misma manera que la naturaleza en el milagro de la vida nos enseña que las cosas llevan su tiempo, y un ser humano antes de ver la luz requiere un periodo de gestación de 9 meses, que por mucho que queramos no podemos adelantarlo, o que un árbol tarde varios años hasta dar sus frutos, los negocios deben madurar de una manera ordenada, sostenida y sostenible en el tiempo hasta alcanzar su estabilidad como empresas.

Estoy seguro que Alejandro Montes, como tantos otros emprendedores y empresarios de éxito volverán a renacer de sus cenizas como el Ave Fénix, e imaginarán nuevos negocios, que espero que sean más parecidos al concepto de empresa que define la RAE.

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